Eres tú la mujer aquella
que me dío un día la vida;
esperó con impaciencia
al ser que pronto vendría.
Fuiste tú quien con cariño
me cuidaste cuando enfermo;
velaste mis sueños de niño
y me brindaste consuelo.
Porque eres como eres,
llena de encanto y dulzura,
hago llegar estas líneas
con todo mi amor y ternura.
Tal vez nunca te lo diga
pero todo el tiempo pienso,
que no hay nada que describa
todo lo que por tí siento.
Y aunque a veces el ambiente
no es del todo favorable,
quiero decirte ahora:
¡Gracias por ser mi Madre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario