lunes, 29 de junio de 2009

Un Maniquí Más.

Y una noche,
mientras tú brillabas en ese escaparate,
mil telarañas obstruían mi pensar.

Tú me miraste sin mirar,
y esos ojos se adentraron en mi ser,
descubriendo hasta el más recóndito
de mis secretos,
estremeciendo cada una de mis células.

Tu voz y tus palabras,
víles armas de dos filos,
con las que me hiciste creer
que cualquier cosa que dijeras era verdad.

Y la noche nos envolvió con su obscuridad,
y el mar nos retaba a descubrirnos más,
y esa coraza que protegía mi sensibilidad
fue como hielo en tus manos,
se derritió sin más.

Díme tú, ¿qué puedo hacer ahora?
cuando tu recuerdo se convierta en obsesión,
cuando esa canción me haga llorar,
y el oir tu nombre me haga suspirar.

Díme tú, ¿cómo puedo hacer ahora?
para olvidar tu mirada,
para que mi mente pueda razonar;
para que comprenda que fue sólo un espejismo
todo lo que pude imaginar.

Díme tú, ¿qué puedo hacer?
cada vez que te vea en ese escaparate,
y tus miradas se dirijan a alguien más,
cada vez que escuche tu voz
llamando otro nombre.

Y noche tras noche,
mientras tú brillas en ese escaparate,
mi mente seguirá vagando
en busca de tu esencia;
de lo que fuiste, de lo que eres,
y de lo que siempre serás: sólo un maniquí más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario