No me importa lo que diga la gente,
que por amarnos vamos a escondidas,
pero es tan fuerte la llama del deseo
que no podemos dejar pasar un día.
En la mirada se refleja la agonía
que sentimos al decirnos adios,
más sólo espero impaciente el nuevo día,
para volver a estar juntos los dos.
Y qué importa si sólo sentimos deseo,
la vida no es eterna y hay que vivirla;
tú y yo lo hacemos en un ardiente juego
que se nos pasan las horas sin sentirlas.
Tiemblan mis manos cuando te encuentras lejos,
más tiembla cuerpo cuando te encuentras cerca;
y mi espera se torna más inquieta
de sólo imaginar de tu cuerpo la respuesta.
Y no nos importó lo que decía la gente,
nosotros nos amamos con sinigual pasión;
llegamos a conocer el ardiente mundo
de nuevas sensaciones entre tú y yo.
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